Por nuestros clientes, hasta Dubai y más allá

Si algo he aprendido bien en esta vida es lo importante que es tratar bien a las personas y, en el mundo de los negocios, eso también es fundamental. En un mundo tan globalizado como el actual, con tanta comunicación online, el trato entre personas está desapareciendo, la comunicación verbal está quedando relegada. El dinero no es nada incompatible con el trato humano.
Cuando existen problemas, a muchos gerentes les da igual las consecuencias que estos les supongan a sus clientes; mientras ellos no pierdan dinero, que cada uno busque su propio bote salvavidas.
Pero en Tarjetas Plásticas PVC / Card Click no compartimos en absoluto esta filosofía. A nosotros nos mueve la excelencia, queremos ser la mejor opción que un cliente pueda tener. Damos los mejores productos, aunque quizás no los más baratos, pero también damos un excelente trato personalizado a nuestros clientes y me da igual de que me tachen de vanidoso pero, para mí, la satisfacción de un cliente es lo más importante de todo.
Los problemas no nos dan miedo.
A principios de mayo tuvimos un incidente en la producción de un pedido, un poco urgente, que nos hizo nuestro cliente Zirus Global. El día y el lugar de entrega del pedido era un jueves en Barcelona, porque esas tarjetas debían viajar el viernes a primera hora de la tarde hacia una feria muy importante fuera de España.
Pero ese inconveniente no hizo posible que estuvieran listas hasta el viernes por la mañana. Pensé en llevarlas yo mismo hasta Barcelona, coger mi coche y realizar los kilómetros que hicieran falta pero, físicamente, eso era imposible, mi coche no es un reactor… A pesar de mi buena voluntad, la distancia jugó en contra nuestra. La solución más cómoda era entonces devolverle el dinero a nuestro cliente y ahí dejarlo todo.
Llamé a Teresa de Zirus Global para conversar y me comentó el destino de esas tarjetas, las necesitaban para uno de sus clientes que estaba haciendo negocios en una feria en ¡Dubái! Esas tarjetas debían estar en las manos de su cliente el sábado por la mañana. Teresa y Zirus Global iban a quedar muy mal ante su cliente…
Después de hablar con Teresa, desde mi tristeza surgió una luz que iluminó mi mente. ¿Y, por qué no ser yo el mensajero? Total, un puesto de trabajo más que echar a mis espaldas 🙂
Como si me hubieran inyectado pura energía, me puse manos al teclado y busqué como loco vuelos hacia Dubái para ese mismo día. No sabía si conseguiría materializar mi idea pero lo que sí sabía seguro es que lo iba a intentar de todas las maneras posibles.
Y, como las buenas energías se atraen, ¡conseguí un vuelo hacia Dubái para esa misma tarde! Llamé de nuevo a Teresa para comentarle la idea (ella pensó que la estaba llamando desde un hospital para enfermos mentales ;). La alegría que sintió nuestro cliente cuando escuchó que su problema tenía una solución, por muy alocada e imposible que pareciera, eso vale muchísimo más que el dinero que se iba a recaudar con ese pedido (que, por cierto, con el viaje ya no iba a ser tanto). Pero lo material queda en un segundo plano ante la alegría y la satisfacción de un cliente.
Ejecutando soluciones se logra conseguir los objetivos.
Así que el viernes por la tarde, con mi maleta y las tarjetas, embarqué en el avión que me serviría de cama por aquella noche. A las seis de la mañana aterrizó el avión y el intenso calor del amanecer (34 ºC) me confirmó que estaba a punto de lograr mi objetivo.
El cliente de Zirus Global tenía indicaciones de esperarnos a las diez de la mañana del sábado en el World Trade Centre de Dubái y ¡ahí llegamos nosotros para entregarle las tarjetas que necesitaba! El ver la alegría del cliente de nuestro cliente es una sensación inexplicable, es algo que te llena de felicidad y te da fuerzas cada día para poder trabajar y dar lo mejor a la gente que decide confiar en nosotros.
¡Reto conseguido! Problema solucionado.
Si existen soluciones, se buscan hasta que se encuentran. Lo fácil es rendirse, lo difícil es ser excelente. Lo mediocre es que no te importen los clientes, lo grande (y que no tiene precio) es ver a un cliente extremadamente satisfecho.
Si quieres ver esta historia desde una perspectiva fotográfica, te invito a que visites alguna de nuestras redes sociales y puedas, así, poner cara y movimiento a esta aventura.