¿Cómo atiendes en tu gasolinera a los clientes que no les gusta conducir?

Yo soy de esas personas a las que no le gusta conducir (ahora no vayas a pensar que conduzco mal, ¿eh?). No me gusta… Me estresa, me tensa, se me ponen las cervicales hirviendo de dolor si conduzco durante mucho tiempo… A todo esto se añaden los conductores incívicos, que se creen que la carretera es suya y pueden hacer lo que les venga en gana… ¡Conducir saca lo peor de mí!
Y si no me gusta conducir, menos me gusta tener que encargarme del coche, ¡que fastidio! Cambio de aceite, ruedas desgastadas, pastillas de freno, correa de distribución, ¿cuándo le toca revisión?, pronto le toca la ITV… Si ni siquiera he abierto jamás el capó de mi coche, tengo que estar preocupándome de todo esto.
Seguro que estarás pensando, ¿y por qué no vas en transporte público? Ya me gustaría pero no vivo en la gran ciudad y ya sabes cómo es el transporte fuera de la metrópolis: prácticamente inexistente.
Odio ir a la gasolinera.
Y ya que estoy confesándote mis penas, te diré que tampoco me gusta tener que ir a la gasolinera. Fíjate hasta qué punto no me gusta, que si no lo hace mi pareja, cuando se le enciende la reserva ya no lo cojo más (jajajaja, lo digo muy en serio). Tener que ir hasta el establecimiento, tener que esperar si es hora punta, tener que entrar dentro de la tienda a pagar y quizá volver a esperar…
Pero lo que todavía soporto menos (y mucho menos) es tener que repostar yo misma. ¡Eso sí que no! Si tengo que hacerlo lo hago, pero creeme que siempre busco alternativas hasta dar con una gasolinera en la que me ayudan a repostar. Te confieso más, donde vivo tengo a mi disposición tres gasolineras para ir (una de ellas low cost), pero siempre voy a la misma: a la gasolinera en la que sale un empleado a ayudarme a repostar.
¿Qué harías en tu gasolinera por mi?
En estas frases estoy hablando de mí, pero también estoy dando voz a muchas otras personas. A muchos conductores no les importa ir a la gasolinera, repostar rápidamente e irse igual de rápido. Pero existen un gran colectivo que le supone una piedra en el camino el tener que ir. ¿Estás dispuesto a perder a tanta clientela?
Seguro que tu respuesta es NO y ahora toca la pregunta del millón: ¿cómo hago para ganarme a este tipo de cliente? Pues es tan sencillo como ponerte por un rato en mi lugar y reflexionar. ¿Qué crees que me gustaría encontrar cuando voy a tu gasolinera?
Por supuesto, una excelente atención al cliente, como en cualquier negocio: empleados amables, dispuestos a ayudar, que me dejen con las ganas de volver a ser atendida tan bien otra vez.
El tema del repostaje puede ser un punto fundamental. Ponte en la piel del cliente: sales de casa corriendo y, al arrancar el coche, te das cuenta de que no tienes gasolina (¡no te acordabas!). Busca una rápido. Cuando llegas malhumorado al establecimiento tienes que coger la manguera del surtidor que tanto pesa, puede ser que tengas la mala suerte de que esté impregnada de gasolina (ocurre mucho). Ve hasta la tienda a pagar, haz cola, te montas rápido en el coche y… ese olor a gasolina no desaparece. ¿No crees que un empleado que sirva el combustible puede ser considerado como un servicio rápido, efectivo y cómodo?
También puedes ofrecer las habituales estrategias de acumulación de puntos, descuentos, sorteos, etc. Estas estrategias gustan mucho por poco novedosas que resulten, sobre todo hacer descuentos directos a la hora de pagar nunca falla.
¿Qué otras cosas podrías ofrecerme? Por ejemplo: que una persona experta infle las ruedas de mi coche porque yo nunca me acuerdo de la presión que deben llevar, por no hablar de lo engorroso que me resulta tener que inflarlas. También puedes regalar lavados y aspiraciones gratis para el coche, nunca viene mal una fichita de alguna máquina para tener el coche reluciente y limpio. Podrías ofrecer desayunos y meriendas take away, pero de calidad y a un precio especial, para los que van siempre con prisa. Incluso, para aquellas personas que no entienden de mantenimiento de coches, puedes diseñar alguna estrategia para llevar algún tipo de control de las revisiones que van necesitando.
Si adoras a tus clientes, se te ocurrirán miles de estrategias.
Fidelizar es cuestión de imaginación. Seguro que si te pones en la piel de tus clientes, y en este caso concreto de clientes desastres como yo, se te ocurrirán miles de ideas para hacernos las vida un poquito más fácil. Para vender más y mejor lo único que tienes que hacer es innovar, investigar sobre nuevas estrategias y amar a tus clientes. Ellos son tu razón de ser: la razón por la que tu negocio tiene las puertas abiertas todos los días.
¿Crees que todo esto funcionará? Me daría mucho gusto que me contarás en breve (deja tu comentario ;). Y si quieres saber más sobre ventas, fidelización y gestión de negocios no te pierdas las técnicas y consejos semanales que te damos en nuestro blog.